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miércoles, 5 de abril de 2017

Mi hija se pasa a mi cama ¡y no la quiero regresar!



Mi hija se pasa a mi cama ¡y no la quiero regresar!





Mi hija menor acaba de cumplir 6 años y unas 3 veces a la semana se pasa a mi cama.

No pide permiso, ni nos despierta. Simplemente se acomoda donde puede y se duerme.

A mi me encanta que sienta la confianza de hacerlo, me demuestra que se siente amada y bienvenida.

Algunas veces me despierta al acomodarse y le pregunto ¿qué se te ofrece? ¿qué haces aquí?

Sus respuestas siempre me llenan de ternura:

Te extrañaba mucho,

Quiero dormir abrazándolos,

Tu cama es más rica que la mía,

Tenía frio en mi cama yo solita,

Me gusta más estar con ustedes que estar sola,

Y yo agradezco que lo haga.

Se que hay muchas familias que no aprueban que los hijos duerman con los papás, y yo respeto sus razones: que los niños deben ser independientes, que para eso tienen su propia cama, que no es bueno para la pareja.

A nosotros no nos afecta en nada, al contrario, nos encanta despertar y verla ahí, hecha bolita junto a nosotros, con su carita inocente y su cuerpo pequeñito que poco durará así.

Mi esposo y yo nos despertamos, la vemos y pensamos siempre ¡qué maravilloso es ser padres! La vida de pareja siempre sucede a cualquier hora no tiene que ser en la noche y en la cama.

Otras ventajas que hemos encontrado en no correr a las hijas de nuestra cama es que nos da gusto que se sientan seguras (mis hijas grandes también se pasan de vez en cuando y yo agradezco que aún quieran y necesiten nuestros apapachos).

También dormimos todos mejor: si hay pesadillas o miedos, en nuestra cama caen desmayadas en pocos minutos y toda la familia duerme en santa paz.

A veces quisiera algo de privacidad y no solo para dormir y estar sola con mi esposo: mis hijas usan mi cama para hacer picnic, dibujar, ver la tele.
 No es raro pasar por mi habitación y ver que alguna de mis hijas está acostada en mi cama leyendo, a pesar de que hay sillones, tienen su cama… siempre acaban en la mia.

Así que de vez en cuando les recuerdo que yo también soy persona y necesito mi espacio y las saco, pero confieso que, digamos mi cama es para mi y mi esposo el 40% de la vida y el resto es compartida.




Pero yo veo que crecen tan rápido.

Llegará el día que se irán, mi cama estará limpia de migajas de galleta, seca de bebidas derramadas, la colcha estará sin una arruga porque nadie brincó en ella y no habrá rastro del plumón que atravesó la hoja.

Y entonces,  mi esposo y yo estaremos en nuestra cama amplia y limpia diciendo: ¿te acuerdas de aquella vez que se paró por primera vez? ¿te acuerdas cuando se cayó de la cama? ¿te acuerdas cuando llegábamos de una cena y nos ibamos al sillón porque las tres hijas estaban metidas en nuestra cama? Y agradeceremos haberlas dejado, porque tendremos esos recuerdos para siempre y eso es lo único que quedará de su infancia al final.

Pero mientras llega ese día, si mi hija o mis hijas se pasan a mi casa yo las disfruto mucho y ¡no las voy a regresar!

Fuente: Babycenter. Norma Mora
HISTORIAS DE MAMÁS

Lactancia materna, cuando los comienzos no son fáciles




Lactancia materna, cuando los comienzos no son fáciles





''Hace unos días pude asistir, invitada por la enfermera de Daniel, a un curso que se impartía en el hospital para profesionales sobre lactancia materna...'' Así inicia esta reflexión.


El Junto con dos mamis más, pudimos contar nuestra experiencia, para que los profesionales allí presente supieran a qué nos enfrentamos en su día, quien nos ayudó y cómo lo vivimos.

Voy a contarte qué fue lo que dije allí, mi historia con la lactancia materna. Primero decirte que desde siempre tuve muy claro que quería dar el pecho.




Daniel nació por cesárea, aquí te conté porqué fue nuestro parto así. Nació a las 09,21 de una mañana de sábado, cuando llegué a la habitación habían pasado 4 horas, que se me hicieron eternas, había hecho piel con piel con el papi, y comenzamos…


En todo momento respetaron mi decisión y no dieron nada a mi bebé, ni una jeringa si quiera. Cuando veo a mi hijo y me lo pongo sobre mi pecho, y al pecho… aparte de todo lo que se siente, enfocado a la lactancia había olvidado tooodo lo que había leído, todo lo que me había informado y que hasta el día antes de romper aguas recordaba al dedillo.

¿ Por dónde empiezo?

Esta fue la pregunta que me hice, y me dejé llevar… hasta que entró la enfermera de turno, ( turno de la mañana) y me soltó así, sin más, que no tenía pezón, me trajo unas pezoneras me las colocó, y me colocó al niño, también me trajo un saca leches, para estimularme… en fin…

Pues así seguí, con las pezoneras, toda la tarde, y ahora llega el otro turno, otra enfermera, que me suelta sin un ¿cómo lo llevais?, que tengo que levantarme de la cama, ¿perdona?, ¿llevo toda la noche con el trabajo de parto, cesárea, 3 horas con mi bebe encima y quieres que me levante? … seguido de la perlita de que tengo que darle cada x horas… que si me pide más es que el niño “tiene cuento”.

Vamos al turno de la noche, otra enfermera, en esta ocasión me dice que me quite las pezoneras, que siendo mi bebé tan pequeño (nació con 2.860gr) le costaba más mamar, por el doble esfuerzo de sacar con la pezonera. Me rectificó la postura del niño y pasamos toda la noche, por suerte, el resto de los días ninguna más dijo nada al respecto.

Aquí llega mi primera queja formal, no puede ser que en un mismo día 3 enfermeras me diesen pautas diferentes, alguien tiene que poner remedio a eso. Cuando somos primerizas, o no, con picos de hormonas que suben y bajan, con un entorno que la solución que te da para todo es bibi… no puede ser que nos mareen así.




imagen Al día siguiente cuando llega la pediatra, una señora de lo más amable, y empatizando en todo momento conmigo, me dice que el niño tiene un poco de frenillo, que si me molestaba al mamar.

Sí, que me molestaba, pero claro, ahí di por hecho de que tenía que ser así, porque era como una especie de escozor… El caso es que nos dan el alta… sigo con el pecho, postura correcta, agarre perfecto, pero… noto que a Daniel se le ponían los labios blancos al terminar de mamar, además de que hacía algún chasquido, pero como ponía peso, y el resto estaba bien…

Pero yo seguía con esa molestia en lo pezones. Con las mismas se lo comenté a su enfermera, que ya había visto la postura y agarre el primer día que estuvimos en su consulta.

Enseguida me dijo lo de frenillo, yo le comenté que la pediatra en el hospital se lo vió, me dijo que si molestaba y dije, error mío, que no.

Y Feli, nuestra Feli como la llamamos en casa, me mandó al hospital y en 10 segundos , sin exagerarte, como mucho se lo habían cortado, dormido estaba y dormido siguió, ¡vaya que ni se inmutó! y las molestias del pezón desaparecieron, y sus labios blancos al terminar las tomas también.

Después de toooodo el cuento  que te he soltado,

¿Qué eché de menos?

Pues menos clases de preparación al parto y sí más de preparación a la lactancia. Porque a fin de cuentas, los tipos de parto, de anestesia, es algo que llegado el momento puedes o no controlar, pero…

¿y la lactancia?, ¿cómo saber posturas, problemas que pueden darse, frenillo, agarre? ¿ o cómo actuar con las crisis de lactancia?




Ya comenté en este post,

 cómo nos sentimos al dar a luz, y que sí, que existen talleres de lactancia pero que en mi caso, la matrona me recogió el teléfono y nunca me llamó.

Además sería mucho mejor que esos talleres se llamasen talleres post parto, donde las mamis contásemos como nos sentimos, y no sólo de las mamis que damos el pecho, las que optan por lactancia artificial, sus bebés también pasan por crisis, ellas también soportan opiniones mil y necesitan sentirse arropadas por otras mamas.

Y por supuesto necesitamos que el personal sanitario que nos atiende esté más actualizado, no digo que tengan que ser asesoras de lactancia, pero que al menos, que no se contradigan, y que te apoyen y animen que formen equipo junto con los padres.


Fuente: este post proviene de El Rincón de mi recreo, donde puedes consultar el contenido original